jueves, 26 de mayo de 2016

Dichos marineros

Refranes marineros españoles
“A mucho viento, poca vela”
Todo tripulante de un velero tiene que estar dispuesto a usar velas de menor tamaño y mayor resistencia cuando arrecian los vientos: para eso están las trinquetas, tormentines, capas, etc. Además debe reducir el plano vélico de las velas principales tomando rizos o con los enrolladores. Así evitará la excesiva escora, las guiñadas y las salidas del rumbo.
“Donde hay patrón no manda marinero”
El mar es lugar de hombres libres, pero no de demócratas (Paul Valery). Las decisiones de un capitán no son discutibles, han de ser obedecidas. La convivencia en el ambiente hostil del mar y en el reducido espacio de un barco corre peligro de convertirse en un foco de violencia y la estructura disciplinaria ha de ser necesariamente rígida. En una situación de peligro  no se puede votar por mayoría si se vira por avante, que derrota hay que seguir o si se ha de abandonar la embarcación y cómo hacerlo.
“A barco nuevo, capitán viejo”
Por mucho que estudies, la sabiduría en el mar te la da la experiencia. Años y años, milla tras milla, van configurando un pozo de saber que llevan a actuar de forma correcta y calmada ante circunstancias adversas.
“Mucho barco para tan poco marinero”
La experiencia se adquiere poco a poco y no se debe abarcar más de lo que se pueda controlar. En el mar esto lo marca, entre otras cosas, la eslora y la manga del barco, lo complicado de las maniobras a realizar y la diferencia entre navegación costera y la oceánica.
“Ningún mar en calma hizo al marinero experto”
La sabiduría que surge cuando se solucionan los problemas y las adversidades en el mar es lo que hace que el marinero afronte las mayores dificultades con un cierto grado de seguridad. Aunque Joseph Conrad decía que hay que llevar siempre un saludable nivel de incertidumbre en la mar, creemos que a más experiencia más posibilidades de éxito en las contrariedades.

Todos estos refranes pueden tener aplicación práctica en tierra. Invitamos al lector a que busque sus aplicaciones y significados para su vida diaria.

Supersticiones en el mar

Las supersticiones en el mar
Corría el siglo XVIII y en el mar Mediterráneo Inglaterra había conseguido una nueva base donde establecer un puerto seguro para su flota: la isla de Menorca, especialmente el puerto de Mahón. De hecho estuvo bajo la soberanía británica desde 1708 en que fue conquistada durante la Guerra de Sucesión Española, hasta el tratado de Amiens de 1802 en que volvió a ser posesión de España.
En este entorno sitúa la acción de su novela Capitán de Mar y Guerra, el renombrado autor Patrick O´Brian, en la que narra, con proverbial maestría y conocimiento del entorno marinero, las aventuras del capitán Jack Aubrey y su inseparable amigo y médico de a bordo, Stephen Maturin.
De la lectura de esta novela, que forma parte de una saga completa de temas marineros y que constituye una lectura de obligado cumplimiento para los amantes del mar, los barcos y la Historia, me llamó mucho la atención la descripción de un caso grave de acoso social hacia uno de los marineros por la actitud negativa del resto de la tripulación, conducta basada en creencias falsas y supersticiones.
El doctor Maturin encuentra que uno de los marineros de la goleta Sophie, donde prestaba servicio al mando del capitán Aubrey, estaba al borde de la inanición ya que el resto de los marineros no solo le negaban el contacto y el saludo, sino que incluso llegaron a quitarle la comida. Al parecer, en el curso de una de las abundantes borracheras que se producían al llegar a puerto, el desdichado marinero llegó a confesar que antes de embarcarse era un comepecados.
El comepecados era una persona, generalmente un mendigo, que mediante rituales de comida y bebida, la mayoría de las veces consumiendo una pieza de pan y una jarra de cerveza colocadas sobre el pecho de un recién fallecido, absorbía los pecados del muerto y así este podía descansar en paz. Al finalizar recibía un puñado de peniques de propina. En buena lógica, al cabo del tiempo, estas personas acumulaban tal cantidad de pecados que no hacían muy recomendable el trato con ellos. De ahí el rechazo social.
Otro ejemplo de rechazo supersticioso, esta vez de una persona considerada gafe, podemos verlo en la versión cinematográfica de su libro Master and Commander, donde un guardia marina llega incluso al suicidio ante el acoso y boicot social que sufre a bordo de su barco por parte de la tripulación.

Las supersticiones y falsas creencias marineras llegan a ser de tal calibre que invaden muchas veces el campo de las religiones. En nuestros días y latitudes es posible ver, a veces, en las lanchas rápidas que se dedican al contrabando de tabaco o drogas una pequeña imagen o medallas de la virgen del Carmen, patrona del mar, supongo que buscando la protección de los propios contrabandistas y el correspondiente alijo ante las autoridades marítimas que los persiguen. Lo paradójico es que resulta ser la misma patrona protectora para ambos bandos. ¡Qué dilema!

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