sábado, 14 de diciembre de 2024

Atomarporculismo


            Hay que ser muy inocente o auténticamente lerdo para no percatarse de que la deriva que lleva este velero llamado civilización, no respeta la derrota programada y más bien lleva el rumbo contrario que nos llevará a una recalada ilógica y posiblemente catastrófica. Solo hay que ver los noticiarios para ver hasta que punto la sinrazón, la codicia y la injusticia social que provoca el capitalismo salvaje y brutal nos va llevando poco a poco a la autodestrucción. La superpoblación humana, la destrucción terminal de los recursos naturales, la contaminación indiscriminada del aire, el agua y el suelo, la perdida absurda de biodiversidad y de hábitats naturales suplantados por macro ciudades polucionadas o por monocultivos que se tienen que mantener a base de químicos agresivos, etc., no parece que preocupen en demasía a las fuerzas políticas ni a la población en general que, idiotizadas por los medios de comunicación, en manos de los poderosos, y por las redes sociales, donde cualquier listillo puede convencer de sus imbecilidades a gran parte de la población, cada vez más manejable y sumisa.

            Creo que los humanos pueden solucionar estos graves problemas de dos maneras: utilizando la inteligencia y buscando soluciones racionales o actuando una vez que se produzca el crash, utilizando medios paliativos para subsanar los daños, si ello es posible. Aun teniendo un pequeño destello de esperanza y confianza tras la búsqueda de una forma de posición en este mundo, tomándose excesivamente en serio cada una de las facetas vitales de la existencia, la única conclusión posible, independientemente de la colaboración en todo aquello  que pueda aportar para la improbable solución global con un mínimo granito de arena, es que hay que posicionarse en la línea del hedonismo epicúreo a fin de poder sobrevivir física e intelectualmente a todo este cúmulo de agresiones que nos provoca un estado continuo de malestar y auto ataques de cortisol.

            Por todo ello, una opción personal interesante es dar un paso más en la dirección de la filosofía epicúrea y hacerse un ferviente seguidor del Melasudismo (Pablo Álvarez, 2023) cuyas nueve razones para vivir bien son estas:

-                      Al universo se la sudas. Imagina que observas esta mota de polvo azul desde miles de años luz de distancia y date cuenta de lo insignificante que eres.

-                  A Jesús se la suda que vayas a misa los domingos, haz caso a tu corazón, no a las normas que te imponen los demás.

-                  Buda sonríe porque se la suda. Párate a respirar y mata al monstruo que impide que tu estanque refleje las estrellas.

-                      A lo que no está en tu mano se la suda. Ocúpate de lo que puedes controlar y deja fluir lo demás.

-               A la muerte se la suda cuantos ceros tienes en el banco. Recuerda que las medallas son chapas de hojalata y el dinero papeles de colorines.

-              Lo que no está alineado con tu propósito se la suda. Elige bien tus batallas y mantén calibrada tu brújula vital.

-                 Cuando estés a punto de palmarla te la sudará decir NO a lo que no quieres hacer. Gestiona bien tus cuatro mil semanas.

-                  A la gente se la suda que lo des todo mientras bailas. Flípate de la vida y despilfarra el gel.

-                  Me la sudan tus diplomas. No vayas de listo porque la biblioteca es infinita.

Una vez alcanzado el nivel operativo de Melasudismo como estrategia vital, convendría subir paulatinamente unos peldaños más en la escalera del conocimiento y la ciencia y después de observar la jugada desde una posición privilegiada y viendo los movimientos absurdos de los participantes, estaremos preparados para alcanzar con éxito el siguiente escalón del bien vivir que es el Atomarporculismo, corriente filosófica derivada de la anterior que supone una mayor precisión en las decisiones y elecciones que debemos tomar a lo largo y ancho de nuestra deriva existencial.

 Pues eso.

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