Esta
tarde, circulando por una carretera secundaria, he visto una enorme sucesión de
esas bolsas amarillas que suelen usar los trabajadores del mantenimiento de
carreteras de la Junta de Andalucía. Me llamo la atención el gran número de
ellas, lo que representa el descuido de los usuarios de estas vías públicas por
la limpieza y conservación de las mismas. Las cunetas son para algunos un basurero
longitudinal donde se puede arrojar basuras de todo tipo. Pero lo que llamó la
atención sobremanera fue constatar que la inmensa mayoría de esta basura estaba
constituida por latas, algunas de refrescos y bastantes más de bebidas
energéticas
Por lo que se ve, para muchos, y digo que
deben ser muchos a tenor de la cantidad de recipientes que los operarios
recogen en los aledaños de la carretera, no solo el mensaje repetido hasta la
saciedad de la urgente necesidad de reciclaje les resbala, sino que la importante
e imprescindible obligación moral y ética de mantener el entorno limpio y
saludable para todos les trae al pairo. Todo ello sin pretender siquiera atender
al presumible sentido estético que cualquier persona medianamente formada tiene
y que se ve seriamente afectado al contemplar esa larga fila de desperdicios
que jalonan muchas de nuestras vías públicas.
Hace
poco me referían el comentario de un joven que en un grupo decía que no le
gustaba el vehículo industrial que acababa de adquirir su padre para la empresa
familiar porque algunas de las ventanas tan solo se abrían parcialmente girando
hacia fuera los vidrios y ¡así no se podía ni tirar la basura fuera!
Mucho
trabajo educativo queda por hacer si queremos obtener una juventud consciente y
responsable de estas cuestiones, que parecen de orden menor si las comparamos
con problemas más urgentes e importantes, pero que no dejan de ser un reflejo
palpable de una actitud egoísta e insolidaria que representa una forma de ver
la vida en sociedad y que se manifiesta en otras tantas facetas de la convivencia
comunitaria.
Y
relacionado con la educación vial también nos encontramos la pasmosa e
inconcebible campaña de la Dirección General de Tráfico recordándole a los conductores
la importancia de usar los intermitentes del coche. Si hasta para tan elemental
e imprescindible conducta vial tenemos que gastar dinero y recursos públicos me
quiero imaginar que la cuestión social no anda muy bien del todo.