domingo, 9 de mayo de 2010

Los primeros problemas de conducta en adolescentes

     Como decía en la anterior aportación del blog, los problemas de conducta de los niños, adolescentes y jóvenes, no son problemas exclusivos de los padres actuales, sino que parecen ser una constante en la cultura de la civilización humana. Reproduzco aquí los reproches de un padre a un muchacho rebelde y díscolo, que no aceptaba la autoridad paterna ni la escolar. Los textos se encontraron escritos en diecisiete tablillas de arcilla que se remontan 3.700 años atrás en plena cultura sumeria. El contenido fue reproducido por Samuel Noah Kramer en su libro "La Historia empieza en Sumer", publicado en 1956.

     Los textos contienen consejos como estos:

«Sé hombre, caramba. No pierdas el tiempo en el jardín público ni vagabundees por las calles. Cuando vayas por la calle no mires a tu alrededor. Sé sumiso y da muestras a tu monitor de que le temes. Si le das muestras de estar aterrorizado estará contento de ti.»

«¿Crees que llegarás al éxito, tú que te arrastras por los jardines públicos? Piensa en las generaciones de antaño, frecuenta la escuela y sacarás un gran provecho. Piensa en las generaciones de antaño, hijo mío, infórmate de ellas.»

«...perverso que tengo bajo mi vigilancia..., no sería hombre si no vigilase a mi propio hijo... He interrogado a mis parientes y amigos, he comparado los individuos, pero no he hallado a ninguno que sea como tú.»


«Lo que voy a decirte transforma al loco en sabio, paraliza la serpiente a modo de hechizo y te evitará que des fe a las palabras falsas.»

     También recrimina su conducta y le atribuye responsabilidad en su mal estado de salud.

«Puesto que mi corazón ha quedado henchido de lasitud por culpa tuya, yo me he apartado de ti y no me he precavido contra tus temores y tus murmuraciones. A causa de tus clamores, sí, a causa de tus clamores, he montado en cólera contra ti, sí, he montado en cólera contra ti. Como tú no quieres poner a prueba tus cualidades de hombre, mi corazón ha sido transportado como por un viento furioso. Tus recriminaciones me han dejado acabado; tú me has conducido al umbral de la muerte.»

     Aquí hace una confesión de sobreprotección en la educación del hijo.

«En mi vida no te he ordenado que llevaras cañas al juncal. En toda tu vida no has tocado siquiera las brazadas de juncos que los adolescentes y los niños transportan. Jamás te he dicho: "Sigue mis caravanas." Nunca te he hecho trabajar ni arar mi campo. Nunca te he constreñido a realizar trabajos manuales. Jamás te he dicho: "Ve a trabajar para mantenerme." Otros muchachos como tú mantienen a sus padres con su trabajo. Si tú hablases a tus camaradas y les hicieses caso, les imitarías. Ellos rinden 10 gur (12 celemines) de cebada cada uno; hasta los pequeños proporcionan 10 gur cada uno a su padre. Multiplican la cebada para su padre, le abastecen de cebada, de aceite y de lana. No obstante, tú sólo eres un hombre cuando quieres llevar la contra, pero comparado con ellos no tienes nada de hombre. Evidentemente, tú no trabajas como ellos...; ellos son hijos de padres que hacen trabajar a sus hijos, pero yo... no te hice trabajar como ellos.»

     En este párrafo lo insta a tomar ejemplo de sus compañeros y del hermano mayor.

«Obstinado contra quien estoy encolerizado... ¿qué hombre hay que pueda estar encolerizado contra su propio hijo?... He hablado con mis parientes y amigos y he descubierto algo que hasta ahora no había notado. Que las palabras que voy a pronunciar despierten tu temor y tu vigilancia. De tu condiscípulo, de tu compañero de trabajo... tú no haces el menor caso; ¿por qué no lo tomas como ejemplo? Toma ejemplo de tu hermano mayor. De todos los oficios humanos que existen en la tierra y cuyos nombres ha nombrado Enki (dios de las artes y los oficios),no hay ninguna profesión más difícil que el arte del escriba. Ya que si no existiese la canción (la poesía)..., parecida a la orilla del mar, a la orilla de los lejanos canales, corazón de la canción lejana... tú no prestarías oídos a mis consejos y yo no te repetiría la sabiduría de mi padre. Conforme a las prescripciones de Enlil (dios del cielo, del viento y las tempestades), el hijo debe suceder a su padre en su oficio.»

     Y en este último vuelven las recriminaciones por su conducta.

«Y yo, noche y día, me estoy torturando a causa de ti. Noche y día tú derrochas el tiempo en placeres. Tú has amontonado grandes riquezas, te has extendido lejos, te has vuelto gordo, grande, ancho, poderoso y orgulloso. Pero los tuyos esperan a que la adversidad te coja por su cuenta y entonces se alegrarán porque tú te olvidas de cultivar las cualidades humanas.»

     Como se deduce de este escrito, ya por aquel entonces existían muchachos rebeldes y desafiantes, a pesar de estar sometidos a una autoridad férrea y una disciplina dura y coercitiva. En las escuelas de escribas de aquella época, aparte del ummia, el director o padre de la escuela, encontramos a los hermanos mayores o maestros auxiliares. También existían los vigilantes de la asistencia y el “encargado del látigo” que se encargaban de la disciplina, empleando especialmente la coerción física.

     Interesante texto que nos muestra que los adolescentes de hoy no difieren específicamente de aquellos de otras generaciones tan alejadas como las sumerias. Para cambiar los problemas de conducta, más que actuar sobre el individuo, habría que cambiar las condiciones educativas y de socialización donde se desarrolla.

2 comentarios:

  1. Se agradecen estas reflexiones tan bien documentadas sobre estos problemas tan importantes de la sociedad actual y de la sociedad antigua. Creemos que el mundo empezó ayer.

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Se agradecen los comentarios

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