domingo, 23 de enero de 2011

CONOCIENDO EL TRASTORNO DESAFIANTE OPOSICIONAL (TDO). Quinta parte

     Factores de riesgo de la conducta desafiante I

 
“Entender las manifestaciones tempranas así como los factores que influyen en la aparición y el desarrollo de los problemas de conducta en niños pequeños es uno de los mayores retos en el creciente campo de la psicopatología del desarrollo”
                                                                                                             Campbell et all, 1994


     Entendemos como factores de riesgo aquellas variables que preceden a los desórdenes y pueden eventualmente ser consideradas como causa potencial de aquellos (Oxford, 1995). Los factores que simplemente se asocian estadísticamente con el trastorno, sin posibilidad de considerarse como causas, son los correlatos y aquellos que pueden reducir la probabilidad de ocurrencia y preceden al desorden son los factores de protección. Los factores de riesgo no son determinantes a la hora de predecir la aparición del TDO pero aumentan la probabilidad de que aparezca. No tienen carácter sumativo, sino que interactúan entre ellos y pueden darse en ámbitos sociales, económicos, educativos, relaciones familiares, emocionales, etc.


     La mayoría de las veces, estos factores se unen y entrelazan formando una madeja de muy difícil simplificación, separación y análisis, complicando la tarea del investigador empeñado en la selección individual de los mismos, lo cual es imprescindible para el mejor entendimiento y, por ende, tratamiento y prevención de este desorden (Kazdin, 1995; McMahon, 1994). Para mayor complejidad del tema, nos encontramos con que concurren además factores de tipo hereditario y ambiental y que existe bastante interrelación entre ellos.


     Algunos autores destacan la importancia de diferenciar entre los factores de riesgo para la aparición del trastorno y aquellos que actúan en el mantenimiento y la persistencia del mismo (Costello y Angold, 1995). Los primeros pueden ayudar para establecer pautas para la prevención, mientras que la comprensión de cómo actúan los de mantenimiento puede apoyar al establecimiento de técnicas de tratamiento. De todas maneras, hasta la fecha, pocos son los trabajos que hacen diferencia entre ellos, ya que se necesitarían estudios longitudinales muy precisos y el uso de técnicas de análisis complejas, que diferenciaran entre ambos tipos de factores de riesgo y la posible interacción entre ellos.

    Algunos de los predictores señalados por diversos autores que indican tendencias asociales en tempranos períodos evolutivos son:


• escolarización incompleta y problemática.

• inestabilidad y baja categoría laboral de los padres.

• relaciones interpersonales pobres.

• conflictos parentales.

• predisposición biológica (temperamento).

• la propia conducta mantenida en los primeros años.


    Este último parece ser el predictor óptimo. Las conductas negativas derivadas de la incontrolabilidad y la irritabilidad predicen conductas disociales posteriores, lo que parece indicar una continuidad en las conductas problemáticas. La aparición de la agresividad en edad temprana es un precursor de la conducta antisocial persistente a la largo de toda la vida (Moffit, 1993; Campbell, 1993; Patterson, 1982, 1986; McMahon, 1994; Kazdin, 1995).

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