jueves, 24 de noviembre de 2011

Apuntes sobre la adolescencia (III)


Incorporación de la mujer al mundo del trabajo
Hasta hace relativamente poco tiempo, los roles familiares estaban claramente delimitados. El hombre es el que trabajaba fuera y la mujer atendía las tareas de la casa. Una de esas tareas era la de cuidar y educar a los niños.
La importantísima conquista social que ha supuesto la equidad de las personas, tanto hombres como mujeres en la consideración social, ha permitido que la mujer adquiera los mismos derechos que el hombre, entre ellos, el derecho al trabajo. Pero esto trae consigo el hecho de que se produce, en muchas familias, un déficit de socialización. Los hijos pasan mucho tiempo sin sus padres, a lo más son atendidos por los abuelos o acaban siendo socializados por los medios de comunicación, léase la TV, o directamente por la calle, con lo que ello implica en cuanto a riesgo de adquisición de esquemas mentales no precisamente adaptados en cuanto a la adquisición y desarrollo de valores sociales.

Alto nivel de inmigración.
            Hasta no hace mucho tiempo, los españoles eran un pueblo del que muchas personas debían marchar al extranjero, principalmente a países europeos para poder buscar su medio de vida. En la actualidad, España ha pasado a ser país receptor de emigrantes, generalmente de África del norte, Latinoamérica y Europa del Este. En algunas zonas también personas de la Europa occidental han elegido este país como lugar de residencia. Todo esto genera una riqueza cultural que, bien administrada, genera nuevas creaciones y opciones de desarrollo social, aunque, no lo podemos obviar, puede generar tensiones y falta de entendimiento entre las distintas comunidades, situación esta a la que se deben adaptar los niños y adolescentes para que se produzca una correcta socialización sin prejuicios raciales ni xenofobia.

Trivialización de las drogas y permisividad social
            Es tremendamente habitual para un adolescente actual la posibilidad de conseguir cualquier tipo de drogas. El fácil acceso al tabaco, alcohol, marihuana, cocaína, drogas de diseño, etc., es un hecho innegable que se puede producir en cualquier contexto donde se desarrolla la vida cotidiana del adolescente, sea en el instituto, en la calle, en el club social, en el deporte, etc. Grandes corporaciones con enormes beneficios económicos intentan de todas las formas posibles enganchar a nuestros adolescentes en el consumo de las llamadas drogas legales. La calle y las mafias de narcotraficantes hacen lo propio también con las ilegales. Todo ello ante la pasividad de una sociedad que, en general, trivializa y permite o, a lo más mira hacia otro lado, para no enfrentarse a la realidad. Negar lo evidente no nos va a servir de mucho. Lo importante es preparar adolescentes suficientemente maduros como para poder enfrentarse con suficientes garantías de éxito a la amenaza de las drogas. Para ello, en lugar de evitar las conversaciones sobre el tema, pretendiendo inocentemente que el desconocimiento evitaría el contacto y el peligro, tendríamos que provocar de forma cotidiana la charla, contrastar pareceres, indagar sobre los conocimientos y la actitud del adolescente sobre el tema, informar y formar de manera habitual y recurrente sobre las consecuencias presentes y futuras que conlleva el consumo de drogas.

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