miércoles, 24 de marzo de 2010

ACTITUDES MEDIOAMBIENTALES DEL PROFESORADO

Evaluación psicométrica de las actitudes medioambientales del profesorado novel de Educación Infantil y Primaria
Dr. Enrique Emberley Moreno
Centro del Profesorado del Campo de Gibraltar. Cádiz.

Dr. Manuel Pelegrina del Río
Universidad de Málaga

La preocupación por el deterioro progresivo del entorno natural forma parte de los movimientos sociales y es una respuesta lógica ante el panorama crítico que, según los más recientes estudios, se nos avecina. El cambio climático, la pérdida continua de hábitats naturales, la extinción de especies, la biodiversidad o la voracidad destructiva de urbanizaciones y zonas industriales son asuntos normales y diarios en prensa y televisión.

Esta concienciación y la toma de posición de las personas ante los innumerables problemas que se nos plantea, es preciso que comiencen en el período educativo y a edad temprana. Para lograr el acercamiento de las personas a la naturaleza y a los problemas de su conservación consideramos imprescindible que se trabaje no sólo la formación académica y reglada de los conocimientos científicos, sino que debemos profundizar también en los valores emocionales e incluir en la educación ambiental la persuasión y sobre todo, la seducción ambiental.

Parte de esta responsabilidad de formación recae sobre el profesorado y, por ello, hemos querido recabar información que nos permita conocer las actitudes proambientales de estas personas que tienen en sus manos la posibilidad de cambio de mentalidad de los futuros ciudadanos.

La investigación sobre las actitudes medioambientales, según Hernández e Hidalgo (1998), se ha centrado en cuatro aspectos principales:

· La definición teórica y empírica del concepto. Entre las teorías que definen la actitud existen dos corrientes principales: por un lado, la tridimensional (Rosenberg y Hovland, 1960), que distingue un componente afectivo (agrado o desagrado), otro componente cognitivo (creencias y opiniones) y la conducta (intenciones de conducta y conducta manifiesta) y por otro lado la unidimensional (Cialdini, Petti y Cacciopo, 1981; Petty y Cacciopo, 1981) en la que sólo se contempla el componente afectivo, separándolo de las creencias e intenciones de conducta, considerando a éstas fuera del concepto de actitud aunque muy relacionados con ella. De esta manera, las actitudes medioambientales según el modelo tridimensional serían las creencias que mantenemos sobre la conservación del medio, el afecto que sentimos hacia el entorno natural y el comportamiento ecológico. Desde la perspectiva unidimensional las actitudes medioambientales serían exclusivamente el sentimiento positivo o negativo hacia la conservación del entorno natural.

· La relación entre intereses medioambientales y conductas ecológicas responsables.

· El análisis de los cambios actitudinales.

· El grado de implantación del proambientalismo en la sociedad. En este apartado incluiríamos el presente trabajo.

Según la Teoría de la Acción Razonada, de Fishbein y Ajzen (1975), la conducta viene determinada por la intención de la persona de ejecutar dicha conducta. Esta intención va a depender de la actitud y de la norma subjetiva. La actitud resulta de la creencia de que la acción va a producir resultados y de la evaluación positiva o negativa de dichos resultados. La norma subjetiva proviene de las creencias sociales, es decir, de lo que las demás personas piensen sobre el asunto y de la motivación de la persona para someterse a dichas normas. Bajo el prisma de esta teoría, el desarrollo de actitudes proambientales jugaría un papel esencial para conseguir un comportamiento ecológico y responsable de los ciudadanos.


Con el objetivo de averiguar las actitudes ambientales del profesorado realizamos el trabajo de investigación que describimos a continuación. Las personas de la muestra participaron de forma voluntaria en la investigación. Eran maestros de Educación Infantil (n = 22) y Educación Primaria (n = 135). De ellos 24 eran hombres y 133 mujeres. En el momento de la investigación (curso escolar 2007-2008), se encontraban realizando el curso de formación del profesorado novel, diseñado por el Centro del Profesorado del Campo de Gibraltar. El curso era obligatorio para el profesorado que aprobó las oposiciones en el curso anterior. La muestra recoge la tendencia a la feminización progresiva del profesorado y las bandas de edades fueron aceptables.

Aunque existen diversos materiales que miden las actitudes medioambientales (Maloney, Ward y Braucht, 1975; Weigel y Weigel, 1978; Aragonés y Amérigo, 1991; Pettus y Giles, 1987; Axelrod y Lehman, 1993; Berberoglu y Tosunoglu, 1995), hemos preferido utilizar nuestra propia escala, porque contempla aspectos más próximos a nuestro entorno inmediato.

La escala está formada por 21 ítems donde se debe elegir el grado de acuerdo o desacuerdo con distintas aseveraciones sobre el medio ambiente. Además de la puntuación total, se contemplan otras siete subescalas: dicotomía ecocentrismo-antropomorfismo (ítems 1, 8 y 15), preocupación personal por la contaminación del medio (ítems 2, 9 y 16), límites del crecimiento (ítems 3, 10 y 17), pérdida de biodiversidad y extinción de especies (ítems 4, 11 y 18), destrucción de hábitats naturales (ítems 5, 12 y 19), desarrollo sostenible (ítems 6, 13 y 20) y costes personales que estamos dispuestos a asumir (ítems 7, 14 y 21).

Una vez explicados los objetivos, el procedimiento y resueltas las posibles dudas, se entregó una copia en papel de la escala a cada participante voluntario del colectivo antes citado del profesorado. La aplicación se realizó de forma colectiva, en un salón de actos y el tiempo de cumplimentación se situó entre los 20/25 minutos.

El tratamiento estadístico se realizó utilizando la hoja de cálculo Excel de Office y el paquete estadístico SPSS 12.0.

La puntuación total máxima de la prueba es de 84 puntos, que indica el límite superior del proambientalismo y la mínima de 0 puntos que indica la actitud más negativa. Los distintos niveles se establecieron, en función de la gradación de las respuestas a los ítems, de la siguiente forma:


78 ≤ x ≤ 84 ----------------------- proambientalismo de nivel alto
70 ≤ x ≤ 77 ----------------------- proambientalismo de nivel medio
63 ≤ x ≤ 69 ----------------------- proambientalismo de nivel bajo
x ≤ 62 ---------------------- actitud indiferente o negativa



Para las siete subescalas se utilizó el mismo criterio, pero con las puntuaciones siguientes:


10- 11- 12 ----------------------- nivel alto
8- 9 ----------------------- nivel medio
6- 7 ----------------------- nivel bajo
x ≤ 5 ---------------------- actitud indiferente o negativa





La media de todo el profesorado (67,41) estaría en el nivel de un proambientalismo de carácter bajo. Si diferenciamos entre el profesorado de Ed. Infantil y Ed. Primaria las medias serían de 70,45 y 67,04 respectivamente, con desviaciones típicas de 6,6 y 7,4. El análisis estadístico no arrojo diferencias significativas para estos datos. Tampoco se encontraron diferencias entre hombres y mujeres.

Realizado un ANOVA, no se encontraron diferencias significativas entre los cuatro grupos, aunque se puede observar una progresión en la puntuación paralela a la edad y, mientras que el grupo de mayor edad se situaría en el nivel de proambientalismo medio, los otros tres se colocarían en el estadio de nivel bajo.

Tres de las subescalas alcanzan un nivel alto (Contaminación, Biodiversidad y Costes personales), otras tres se situarían en el nivel medio (Crecimiento, Habitats y Desarrollo sostenible) y una de ellas (Ecocentrismo) tendría la consideración de nivel bajo.

La comparación en cada una de las subescalas entre hombres y mujeres, arrojó diferencias significativas a favor de estas últimas en Biodiversidad (t = 2,452; p ≤ 0,021) y Costes personales (t = 2,554; p ≤ 0,016).

Por grupos de edad, las diferencias se estudiaron aplicando un ANOVA, con significatividad estadística en Costes personales (F(3, 153) = 3,324, p = 0,021). La prueba de Levene constató homogeneidad en las varianzas por lo que en el análisis post hoc utilizamos la prueba HSD de Tukey, que mostró que los grupos que difieren son el primero (20 a 30 años) y el último (51 a 60 años), con una mayor asunción de costes en este grupo.

Las conclusiones que podemos extraer de estos resultados obtenidos de esta muestra son las siguientes:
El profesorado novel de Educación Infantil y Primaria muestra una media de actitud proambientalista de nivel bajo. Sobre un 40% muestra una actitud de nivel alto y medio, mientras que aproximadamente un 60 % manifiesta una actitud general de nivel bajo, indiferente o negativo ante los asuntos medioambientales.

No existen diferencias entre el profesorado de Ed. Infantil y el de Ed. Primaria. Tampoco encontramos diferencias entre el profesorado femenino y el masculino.

Las diferencias por edades muestran una tendencia (no significativa) al alza en función de la edad. Esto quiere decir que las generaciones nuevas de estos niveles del profesorado parecen mostrar una actitud menos comprometida con las cuestiones del entorno natural.

Separando las distintas subescalas, encontramos una mayor preocupación hacia la problemática de la contaminación, la extinción de especies y la biodiversidad y los costes y molestias personales que deberíamos asumir. Preocupan menos los límites al crecimiento económico, la conservación de habitats naturales y llegar a alcanzar niveles aceptables de desarrollo sostenible. La mayoría de este profesorado se declara abiertamente antropocentrista, colocando al ser humano en la cúspide de los ecosistemas.

En relación al sexo, las profesoras tienen una actitud significativamente más positiva que los profesores en los asuntos de conservación de la biodiversidad y en las molestias y costes personales que conlleva el mantener una conducta ecológica responsable. En esta última subescala, el profesorado de más edad mantiene una actitud de mayor responsabilidad medioambiental que los más jóvenes.

A tenor de los resultados obtenidos, podemos concluir que las actitudes proambientalistas del profesorado de los niveles iniciales del sistema educativo andaluz necesitan un tratamiento institucional y académico profundo, ya que de estos profesionales, en gran parte, van a depender las futuras generaciones de ciudadanos, que tomaran decisiones sobre la conservación del entorno natural. En lo que respecta a la formación inicial en la Universidad, en los planes de estudio debería concederse mayor importancia a la educación ambiental. En la formación permanente de los Centros del Profesorado, propugnamos una mayor atención y presupuesto para las actividades formativas en esta área, que al tener carácter transversal, la mayoría de las veces se difumina y queda sin la debida atención, oscurecida por planes y programas de mayor difusión mediática.

Referencias:

Aragonés, J. I. y Amérigo, M. (1991). Un estudio empírico sobre las actitudes ambientales. Revista de Psicología Social, 6, 223-240.

Axelrod, L. J. y Lehman, D, (1993). Responding to environmental concerns: What factors guide individual action? Journal of Environmental Psychology, 13, 149-159.

Berberoglu, G. y Tosunoglu, C. (1995). Exploratory and confirmatory factor analyses of an environmental attitude scale (EAS) for Turkish University Students. Journal of Environmental Education, 26, 40-43.

Cialdini, R., Petti, R. y Cacciopo, J. (1981). Attitudes and attitude change. Annual Review of Psychology, 32, 357-404.

Fishbein, M. y Ajzen, I. (1975). Belief, attitude, intention and behavior: An introduction to theory and research. Reading MA: Addison-Wesley.

Hernández, B., e Hidalgo, M. C. (1998). Actitudes y creencias hacia el medio ambiente. En J. I. Aragonés y M. Hidalgo. Psicología ambiental. Madrid: Pirámide.

Maloney, M. P., Ward, M. P. y Braucht, G. N. (1975). A revised scale for the measurement of ecological attitudes and knowledge. American Psychologist, 30, 787-790.

Pettus, A. M y Giles, M. B. (1987). Personality Characteristics and Environmental Attitudes. Population and Environment, 9, 127-137.

Petty R. y Cacciopo, J. (1981). Attitudes and Persuasión: Classic and Contemporary Approaches. Dubuque: Brown.

Rosenberg, M. J. y Hovland, C. I. (1960). Cognitive, affective and behavioral components of attitudes. En C. I. Hovland y M. J. Rosenberg : Attitudes Organization and Change. New Haven: Yale University Press.

Weigel, R. y Weigel, J. (1978). Environmental concern: The development of a measure. Environment and Behavior, 10, 3-15.

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